He hablado de tantas bodas que cuando se trata de hablar de la mía, no sé por dónde empezar.
Decidimos hacer una boda que reflejara quienes somos y nuestros gustos. Eso es lo que siempre recomiendo a las novias que me buscan.
El lugar fue una pequeña casa de campo que es de mi familia, a las afueras de San Miguel.
Poca gente, solo los más cercanos. Los más queridos. Los que fueron muy felices de escuchar la noticia.
Comida deliciosa y sin pretensiones. La mejor cocinera de San Miguel de Allende, casi recibió más felicitaciones que nosotros! La comida estaba deliciosa.
Eso sí, atendimos con cuidado todos los detalles. Nos aseguramos de que todos los invitados estuviéran hospedados en lugares bonitos, y que siempre estuvieran muy bien atendidos.
Ofrecimos, además de la comida, churros, esquites, cocteles, carajillos y paletas heladas para que los invitados siempre tuvieran una sorpresa rica esperándolos.
La decoración también fue muy sencilla. El lugar era tan lindo que no hacía falta mucho más, sinembargo las flores y el papel picado le dieron un toque de celebración, la iluminación con series de focos y luces arquitectónicas, hizo que el lugar cobrara vida, después del atardecer.
Después de la ceremonia civil, tuvimos una ceremonia simbólica que nos dejó muy conmovidos porque no sabíamos muy bien en qué iba a consistir. Mi hermano y mi cuñada se encargaron de planearla y oficiarla. Y no se imaginan lo lindo que estuvo. Participaron ambas familias, nos dieron consejos, nos entregaron amuletos, fue un momento súper emocionante y muy espiritual.
Al final, después de haber vivido tantas bodas, sentí que era mi primera vez. Me puse muy nerviosa, todo pasó muy rápido pero será un día que nunca olvidaré, literalmente. Por suerte, llevamos a un gran fotógrafo que capturó muchos momentos muy lindos que aquí quiero compartir con ustedes.
Aquí les dejo algunas fotos más de esa día que sin duda será uno de los mejores de mi vida.
